Alguna una vez recuerdo,
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas de mi adolescencia (...)
Eran las noches incurables
y la calentura.
(Jaime Gil de Biedma)
(A Leo)


Quisimos parar todo con nuestras manos adolescentes
y vimos la ciudad que latía desde nuestra terraza.

Quisimos besar todo con nuestros labios adolescentes
y vimos reflejos de pupilas en esquinas de azul.

Quisimos bañar todo con las salivas adolescentes
y vimos los puertos que dormían en la inmensa noche.

Quisimos beber todo con nuestras bocas adolescentes
y vimos las noches que venían por el ardiente mar.

Quisimos vivir todo con nuestras almas adolescentes
y vimos al brillante verano que se marchaba triste.

Quisimos, quisimos y quisimos en la nocturnidad
ser jóvenes para siempre y a la vida atenderla tarde.