La cerúlea ciudad nos observa,
a través de las pupilas
de las moscas en las ventanas.
Tú aún duermes flemática.
Tú aún sigues sin vida.
Tú y tu voluble cuello anejo a la madrugada.
Tú y tu incólume idiosincrasia.
¡Qué profundidad la nocturna
con tus ojos cerrados!
¡Qué cadencia coronaria la del neón
y su publicidad,
que te están matando a través de los cristales!